domingo, 3 de febrero de 2019

Y DE REPENTE...TODO CAMBIÓ


Y hablando de paz, os dejamos aquí con el permiso de su autora Teresa Hierro Vidal , alumna de 6º A de nuestro cole,  un precioso relato que ha escrito , fruto de la reflexión sobre algo que vió en la tele y le impactó; el drama diario que viven millones de personas , entre ellas muchos niños,   que viven en países envueltos en guerras que les ponen en peligro y de las que salen, si tienen suerte, perdiéndolo todo . Personas , niños y niñas ,  que lo tienen que abandonar todo y huir a otros países en busca de un lugar seguro dónde vivir una vida digna.... si les dejan. Ojalá todos los finales fueran como el de la protagonista de la historia de Teresa. No dejéis de leer este maravilloso relato.






 


     Y DE REPENTE TODO CAMBIÓ

Hola soy Carla, vivo  en Irán  y esta es mi historia:
Hace un par de años mi vida cambio por completo.
Me levanté para ir al colegio, como cualquier día y mientras desayunaba, encendí la televisión, no funcionaba, así que decidí apagarla.
Llegaba tarde a clases, así que le di un abrazo a mis padres y salí corriendo,  todavía  con la tostada en la mano.
Llegué al colegio, y todos  se comportaban raros, muy raros.
Pase la mañana normal, salvo a la hora del recreo, que se escuchó un gran estruendo y los profesores nos hicieron entrar en las clase.  Todos los alumnos creíamos que no era más que algún derrumbe, pero no era así.
Llegue a mi casa, dispuesta a contarle a mis padres lo que había ocurrido en el recreo, pero, por alguna razón,  mi casa y la del vecino estaban siendo vigiladas por la policía. Entré corriendo por la valla que había puesta para ver qué había ocurrido, pero un policía me detuvo; le expliqué que esa era mi casa y me dejó pasar. Cuando levanté la mirada casi me desmayo, mi casa estaba en ruinas, podía observar mis juguetes rotos, mi ropa, la comida que mi madre tenía puesta en la mesa, lo podía observar, TODO. Entonces sentí un roce por detrás, era mi madre que con lagrimas en los ojos pronunciaba la palabra AYUDA. Yo no podía entender nada, estaba en shock.
Después de varios minutos observando mi casa le pregunté a mi madre qué había pasado, pero ella, solo tartamudeaba, le di un abrazo y fui corriendo hacia la policía.  El policía me explicó que había caído una bomba encima de mi casa y de la del vecino y que mi hermana pequeña y mi padre estaban bajo los escombros. Me eché a llorar y el policía me dio su mano para guiarme hacia donde estaba mi madre. Horas más tarde,  encontraron el cuerpo sin vida de mi hermana  y de mi padre.
Me derrumbé por completo  y empecé a llorar. Mi madre no expresaba su dolor con lágrimas, solo suspiraba una y otra vez  y de vez en cuando se le escapaba una pequeña gota de sudor.
Fuimos a un albergue   donde se hospedaban las familias que habían tenido algún tipo de desgracia y que no tenían recursos para seguir adelante. Era un especie de albergue donde solo habían dos o tres camas con sábanas un poco asquerosas a la vista, pero al menos teníamos un hogar donde refugiarnos. La única comida que había era sopa de verduras, no me podía quejar, estaba rica. Había una televisión en blanco y negro para al menos 100 personas , pero nunca me aburría porque  hice muy buenos amigos allí, aún recuerdo a Sala, a Racha...
Un día los mayores pusieron las noticias y vimos como Irán estaba siendo evacuada , pensé que pronto nos evacuarían a nosotros, no me quería ir de allí, era lo único que teníamos, solo eso y nada más, no me quería imaginar donde nos llevarían.
Nos evacuaron exactamente el 18 de marzo a las 14:28.Mientras salía del albergue podía escuchar los llantos de niños, los sollozos de padres suplicando que les dejaran allí. Yo no quería marcharme y al parecer mi madre tampoco, su cara  estaba apagada , sin luz, aún llevaba su sonrisa tapada con el pañuelo. No me quería imaginar lo que tendría que estar pasando por su cabeza.
Nos enviaron a un lugar frío, oscuro como la noche pero a la vez cálido como el sol.  Tenía varias tiendas de campaña de color marrón. En el interior de éstas había unas tres mantas de tela, de un color cada una , también había  una caja de cartón con unas almohadas de algodón dentro.
Los primeros días allí  fueron duros, no conocíamos aquella zona, pero al fin de cuentas nos teníamos que acostumbrar.
Pasaron días, tal vez semanas y todo fue mejor. Cada noche hacíamos una fogata en el centro del terreno y comíamos pescado que nosotros mismos habíamos pescado, también hicimos varios pozos para coger agua, con unos filtradores que habíamos hecho con redes de pescar. Todo iba perfectamente y el aspecto de mamá cada día iba mejorando.

Cada vez me gustaba más estar en aquel lugar . De vez en cuando la policía vigilaba por allí y a veces hacían evacuaciones de prueba, para ver como actuaríamos si cayera una bomba.
Un día nos llego una carta, era de mi abuela Alma, que vive en España, nos preguntaba cómo estábamos, qué tal nos iba... Pero nos contó  que desde España estaban vendiendo armas ilegales a Irán.
Me entro un pequeño escalofrío que solo duró un par de segundos ¿Por qué estaban haciendo eso? ¿Qué pretendían? Decidí dejar de leer la carta y dejé  a mi madre   en la tienda de campaña leyéndola, estuve toda la tarde pensando en qué podía pasar si la venta de armas seguía adelante, nos podrían atacar e incluso asesinar.
Apenas un año después ,mi madre decidió que iría a buscarse trabajo, le dije a mamá que eso no era una buen idea, pero no le convencí , me dijo que me quedara  en el campo de refugiados y que cuando ella tuviera el dinero suficiente vendría a buscarme y nos iríamos juntas a España en busca de una vida mejor. Mamá se marchó y yo me quede allí, esperando a que ella llegara.
Al cabo de un par de meses llegó mi madre con dos pequeñas mochilas en su mano, estaba feliz o al menos eso parecía.
Entró corriendo y le di un fuerte abrazo, la había echado muchísimo de menos. Me contó que había conseguido trabajo puliendo zapatos y que había ahorrado para un par de maletas  y que se había puesto en contacto con la abuela para que nos recogiera. Metí mis pertenencias en la mochila rápidamente, no quería irme de allí pero teníamos la oportunidad de una vida mejor y eso no lo iba a desperdiciar. Cogí un papel y un lápiz y le escribí una carta a la abuela con la  letra más bonita que podía hacer. Le escribí lo siguiente:
Querida abuela Alma,
Mama ha conseguido trabajo puliendo zapatos y ha podido ahorrar para un par de mochilas, queríamos pedirte que nos recogieras en las vías del ferrocarril de la ciudad de Isfahán, para poder irnos a ESPAÑA y vivir todos juntos.
BESOS: CARLA.
La carta tardaría mucho en llegar y luego volver a recibir la respuesta, lo mínimo que  podía tardar era dos meses de ida y otros dos de  vuelta .
Mamá estaba orgullosa, quería lo mejor para mi y por fin lo iba a conseguir. Yo me sentía esperanzada pero a la vez triste, iba a marcharme del país en el que nací y crecí.
Al cabo de unos 5 meses  nos llegó una carta de mi abuela, pero antes de abrirla decidí que esperaría unas horas hasta que llegara mi madre. Pero ella llegó cansada y un poco aturdida ya que un cliente le había pegado una patada por no hacer bien su trabajo, le di un paño caliente y le preparé un vaso de agua con un poco de azúcar, seguro que eso le sentaría mucho mejor. Le conté lo de la carta y creyó oportuno que teníamos que leerla cuanto antes. Mientras leíamos, a mi madre se le dibujaba una gran sonrisa en su cara. La carta explicaba qué día vendría a recogernos, a qué hora, y dónde nos alojaríamos, además nos relató otros temas de actualidad.
Pasaron unas 6 semanas y llegó el tan ansiado día, nos marcharíamos de allí a las 15:50, todo estaba planeado, avisamos a las autoridades, sacamos le billete de tren, recogimos nuestras cosas, nos despedimos de nuestros amigos... Mientras  esperábamos en la estación,  ví cómo la puerta se abría, durante unos segundos solo pude ver una silueta pero al cabo de poco pude divisar que era… era la abuela Alma. Corrí a abrazarla y mamá me siguió. Hacía años que no la veía, nos dimos muchos besos, abrazos... Después de dos horas de larga espera vimos cómo el ferrocarril se acercaba a nuestra parada ¡POR FIN NOS ÍBAMOS!  El corazón me latía a 1000 por hora, entonces se abrieron las puertas del tren, los sillones eran de color azul y con una especie de toalla arriba donde ponía el nombre del tren, era muy  cómodo.Llegó un hombre con un traje de chaqueta azul y un gorro con un línea amarilla, llevaba en su mano una  máquina donde metía los  billetes, le di mi billete, mi madre le dio  el suyo y mi abuela el suyo.
El viaje en el tren se me hizo muy largo y eso que apenas  fueron tres horas, supongo que fue porque nuca me monté en un tren.Fue una sensación muy extraña.

El tren paró en Cádiz, y nos montamos en un barco hasta llegar a El Puerto de Santa María, donde vivía mi abuela. Era un pueblo precioso, tenía unos parques muy frondosos unas casas pintadas tan blancas como la nieve .La casa de mi abuela Alma era grande ,pintada de blanco y con una gran puerta de madera, tenía un gran salón  y una amplia y fresca cocina. Mi dormitorio era gigante y con una comodísima cama, las paredes estaban pintadas de rosa claro y tenían varas fotos de cuando yo era pequeña. Se notaba que la abuela había hecho que todo fuera perfecto. Mamá se quitó el pañuelo y  se puso un chándal para estar más cómoda.
La comida estaba riquísima, seguro que la abuela la había hecho con mucho amor, era bacalao con patatas y de postre una macedonia de kiwis, plátanos, fresa y un poco de melocotón. De cenar había una ensalada de lechuga con tomate y huevo, Dormí súper bien, el colchón era blandito y las sábanas eran muy calentitas , en resumen mi vida no podía ir mejor.
Mi madre me apuntó al colegio que está cerca de mi casa,  en el colegio me costó adaptarme, pero luego hice muy buenas amigas y amigos. Nadie me excluía por mi raza ni mi forma de ser, como yo creía. Sacaba muy buenas notas y todos los profesores tenían muy buenas referencias sobre mí, por eso mi familia estaba muy contenta conmigo.
En casa todo era perfecto, mamá encontró trabajo de enfermera y la abuela cuidaba de mí todas las tardes. A veces la abuela Alma y yo íbamos al parque a pasear  y observar los animales. Mi madre llegaba a veces muy tarde y por eso casi siempre yo ya estaba acostada, aún así , ella subía y me daba un beso en la frente.
En mi cumpleaños me regalaron un cuaderno donde podía escribir mis aventuras .No se me ocurría qué escribir, y mis amigas me dijeron que podía escribir todo lo  vivido desde que cayó la bomba en mi casa hasta ahora. Y es por eso que ahora mismo estás leyendo esta historia con trágico principio y final feliz.


                                          Fin 



DÍA DE LA PAZ

 El pasado miércoles día 30 de enero fue  un día muy bonito y disfrutamos mucho juntos realizando las actividades propuestas para celebrar  el día de la paz. Primero, todas las clases del cole fueron poco a poco vistiendo de color el árbol de los deseos; deseos representados por cintas de colores que llevaban preciosos mensajes , fruto de la reflexión sobre esta tradición ancestral llevada a cabo en diferentes culturas, realizada en cada aula.




















     Luego, todos los alumnos y alumnas junto a un gran grupo de padres y las maestras y maestros del cole hemos bailado juntos varias danzas. Ya os iremos mandando más fotos y vídeos de las danzas.....y de alguna que otra sorpresa que está por llegar.Muchísimas gracias a todas las compañeras y compañeros, madres que han participado y a toditos todos los alumnos y alumnas de nuestro cole por disfrutar , aprender, divertirse y ayudar juntos.  Feliz Día de la Paz a todos.